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Cincosentidos – Dormir bien desde una edad temprana

Con el nacimiento de un bebé las familias se enfrentan a nuevos retos, a un mundo nuevo y maravilloso, pero en muchos casos cargados de dudas, miedos e inseguridades sobre los cuidados esenciales para el bebé.

Uno de los desafíos más importantes es el sueño y el descanso del bebé y con ello el de los padres. Y no es para menos, dormir y soñar son actividades básicas para el bienestar físico, emocional e intelectual de todo ser humano.

¿Por qué es importante tener un sueño de calidad y reparador? Cuando dormimos bien descansa todo nuestro organismo y en particular las distintas estructuras del cerebro, que acaban agotadas al final del día. Además, el sueño tiene una función esencial en el aprendizaje. Cuando dormimos el cerebro almacena información relevante para nuestra supervivencia en la memoria a largo plazo.

Cuando un niño duerme bien son muchos los beneficios para su desarrollo porque mejora su alimentación, está dispuesto a aprender, está menos irritado, mejora la memoria, entre otros.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, los niños desde su nacimiento hasta aproximadamente los 4 años deben tener un sueño de calidad y reparador. Durante el primer año de vida deben dormir entre 14 y 17 horas, hasta los dos años 11 y 14 horas, y entre los tres y cuatro años de 10 a 13 horas, incluidas las siestas.

Para lograr lo anterior, es fundamental que los niños tengan hábitos de sueño saludables desde una edad temprana. Algunas recomendaciones para lograrlo son:

  1. Acostarse y levantarse a la misma hora. Es fundamental que los niños adquieran un horario regular, esto genera mayor seguridad porque pueden predecir lo que va a pasar. Ir a la cama en la noche y despertar cada mañana a la misma hora, y en el mismo lugar, es vital porque mantiene el ritmo circadiano, es decir, su reloj biológico en orden, lo que garantiza que obtengan un sueño de calidad.
  2. Hacer siestas por edad y desarrollo del niño. Todos los niños son diferentes, cada uno tiene su ritmo, sin embargo dormir en el momento correcto es esencial. Hacer siestas de calidad y reparadoras en el momento adecuado genera un buen sueño en la noche. Para lograr unas buenas siestas es importante conocer a los niños y sus señales de sueño que podrían ser bostezos, agarrarse la oreja, frotarse los ojos o en algunos casos estar irritables.
  3. Ambiente adecuado para dormir. Crear el ambiente propicio para dormir promueve un buen descanso. Es fundamental una adecuada rutina, en el día y la noche que prepare la mente y el cuerpo de los niños para conciliar el sueño. Las rutinas no deben ser rígidas, pero es importante conservarlas lo más intactas posibles cuando se están consolidando hábitos de sueño.

Frente al espacio donde descansa el bebé, se recomienda una temperatura adecuada: alrededor de 22 grados en el día y 18-20 grados en la noche. La habitación debería tener cortinas bloqueadoras de luz y dejar una lámpara con luz tenue, y evitar el uso de pantallas antes de dormir, porque se pueden alterar los niveles de melatonina.

No existen fórmulas mágicas, ni agüitas, ni aceites milagrosos. La clave para que los niños duerman bien está en comprender y respetar sus horarios porque son diferentes al de los adultos. Los hábitos no se logran de un día para otro, requieren de paciencia, amor y disciplina. Los hábitos se construyen en la repetición de actos cotidianos y la secuencia de estos hábitos forman virtudes que durarán para toda la vida.

DORMIR BIEN DESDE UNA EDAD TEMPRANA